3.21.2013



Información Vs Espectáculo,
por Diana Rubio, Licenciada en Ciencias Políticas y de la Administración.

 El infoentretenimiento, la tendencia a la hibridación entre la información y el espectáculo, la rotura de ésa barrera entre dos ámbitos, vuelve a relucir dentro de la actualidad política internacional; el fallecimiento del presidente venezolano Hugo Chávez, un líder ejemplo de ésta corriente comunicativa en política.
El presidente de Venezuela, era un experto en mezclar éstos dos términos, eso si, a su manera, donde a veces conseguía su propósito y otras veces creaba controversias internacionales.
Es curioso que ésta estrategia de comunicación utilizada por Chávez, da sus primeros pasos en EEUU. Políticos como Eisenhower o Kennedy ayudan a contextualizar este modelo. Reagan fue calificado como un presidente que actuaba y un actor como presidente, personaje político en el cual se mezclaban los dos ámbitos dentro de la política, información y espectáculo.
Si desgranamos las características del infoentretenimiento en su persona, dentro de la rigidez de sus mandatos, encontramos las siguientes evidencias:
1.      Alarmismo: el magnificar situaciones con consecuencias negativas donde se vea al enemigo como una amenaza real para la población, mediante la realización de un discurso es una de las estrategias que Hugo Chávez ha sabido realizar a la perfección. La utilización del dramatismo junto con una actitud provocadora con el objetivo de emocionar al público, ha sido desempeñado a la perfección por el fallecido presidente. Ésta manera de actuar crea entre los ciudadanos sensaciones de pánico y miedo y consigue convertir en héroe al responsable de proteger de esos enemigos a la población.
2.      Personalización del líder: La relevancia que toma el político como individuo, el enseñar su faceta como ciudadano, no como político también ha sido visible en éste representante latinoamericano. El hacer pública su vida privada tal y como muestra la última foto publicada de él, donde enseñaba a través de los medios una imagen familiar en la cual leía un periódico en compañía de sus hijas, es un recurso enmarcado dentro de ésta estrategia comunicativa, que consigue humanizar al político y crear empatía o antipatía con la población.
3.      Lenguaje bélico: La utilización del discurso político para alentar a la población como manera de conseguir un fin determinado de ella también tiene puntos característicos del infoentretenimiento. No sólo la utilización de un determinado vocabulario en el discurso, también el cómo se dice. El empleo de tonos inflexibles y exaltadas y palabras que animan a la movilización, dan como resultado un lenguaje similar al bélico, la arenga militar que enardece los ánimos de quienes lo escuchan.
El encontrar un líder venezolano que sepa manejar tan bien esta estrategia de comunicación, será difícil.
El futuro de Venezuela se encuentra en el aire, veremos en los próximos días como se desarrollan los procesos electorales que marcan las leyes de éste país. Sea cual sea el resultado, formará parte de otro de los capítulos de la historia política internacional, unido al carácter de la revolución chavista y de su fallecido presidente, héroe para unos y villano para otros.


Obituario de un matador de demonios,
por Alberto Gil Fernández, Licenciado en CC. Políticas y Sociología.

            Cuando en este país los demonios andan sueltos y campando a sus anchas, al otro lado del charco despiden en loor de multitudes a Hugo Chávez Frías, carismático y controvertido líder de la revolución bolivariana en Venezuela, que tuvo el valor de enfrentarse a muchos de los demonios que, de la mano del imperialismo, se habían asentado en el cono sur americano. Esos demonios que denunció en su momento Eduardo Galeano en “Las venas abiertas de América Latina”, y que provocaron que países inmensamente ricos en recursos fueran el hogar de pueblos pobres y desasistidos, víctimas de una situación de dependencia sostenida por unas elites políticas vendidas a los intereses de las potencias occidentales, y sobre todo del amo yanki, que siempre  consideró al sur como su patio trasero, su despensa y su coto privado, del que podía servirse a su entera conveniencia.
            Desde su independencia, ya fuese mediante los más turbios dictadores, o con remedos de presidencias “democráticas”, pero podridas hasta la náusea, la mayor parte de la riqueza de las naciones americanas había sido expoliada sistemáticamente para sostener el desarrollo del primer mundo, eternizando su condición de países “en vías de desarrollo”; un desarrollo que nunca terminaba de despegar, acuciado por relaciones comerciales desequilibradas e injustas, por sistemas políticos y sociales en los que la corrupción era seña de identidad y penetraba todos los estamentos, y más recientemente por las presiones de una deuda ilegítima vinculada a las condiciones leoninas impuestas por los organismos financieros transnacionales.
            Hasta hace bien poco, la soberanía nacional en Latinoamérica, si entendemos como tal la capacidad de las naciones para decidir sobre qué camino desean tomar sin imposiciones ajenas, era poco más que un deseo utópico. Con sola excepción de Cuba, el largo brazo de la política exterior estadounidense había logrado poner y quitar gobiernos, ya fuera mediante el dinero como por oscuras operaciones encubiertas, civiles y militares,  de sus servicios secretos para garantizar sus intereses (recuérdese a F.D. Roosevelt refiriéndose a Somoza diciendo que “puede que sea un hijoputa, pero es nuestro hijoputa”). Pero últimamente, la victoria de las opciones de la izquierda parece estar consiguiendo que cambie el panorama. Con diferentes grados y estilos, líderes como Lula, Evo Morales, Correa, Múgica, y, singularmente, Hugo Chávez, se dispusieron a tomar al fin las riendas del desarrollo de sus países, esto es, recuperar la soberanía nacional, para promover al fin el desarrollo de los pueblos y no solo de sus clases privilegiadas.
            En el caso venezolano, la firmeza con la que Chávez puso en marcha su proyecto bolivariano, enfrentándose a los intereses de las multinacionales occidentales, le granjeó inmediatamente  la animadversión del poder político y económico internacional, que lanzó una desproporcionada ofensiva mediática para presentarle como un dictador golpista y populista y, por ello, como un serio peligro para la estabilidad de la zona. Es cierto que a ello ayudaba la personalidad tumultuosa e histriónica del propio personaje, pero no lo es menos que pese a este carácter (o a lo mejor por ello) supo conectar con las clases populares venezolanas, que por primera vez encontraron un líder que hablaba como ellos mismos, y que, tras hacerse con el control público del valioso recurso petrolero, invirtió en los desheredados, que empezaron a disfrutar de recursos inéditos como la educación, la vivienda o la sanidad. Por más que se quiera denostar al personaje, y pese a que subsisten serios problemas como la seguridad ciudadana, las cifras que refrendan los resultados de su gestión son contundentes: la reducción de la pobreza del 43,9% en 1998 al 24,5% en 2011, y especialmente de la pobreza extrema, la generalización de la alfabetización y la puesta en marcha de programas sanitarios, o la fuerte reducción de las desigualdades (el índice de Gini pasó del 0,486 al 0,390 en el mismo periodo) tienen suficiente entidad como para sobreponerse a la crítica de las formas o los mensajes.
            Pero, con todo, los resultados del liderazgo de Hugo Chévez no se limitan al ámbito venezolano. Su fuerte personalidad le ha permitido liderar iniciativas regionales como el ALBA, y exportar elementos de la propuesta bolivariana que han sido asumidos con interés por los gobiernos de progreso de los países del entorno, lo que ha convertido a Latinoamérica en el área más dinámica del globo en lo que se refiere a desarrollo social y económico. Justo cuando en un arranque de dignidad nacional, sus gobiernos han abjurado de las recetas del FMI y el BM (las mismas que mantienen a Europa en una crisis sistémica que mantiene congeladas sus economías nacionales), para controlar desde el poder público los sectores estratégicos de la economía, poner freno expeditivamente a las prácticas depredatorias de las multinacionales y promover políticas verdaderamente redistributivas, que alcancen a los eternos olvidados.
            Personalmente suelo recelar de los hiperliderazgos, porque creo en las bondades de la horizontalidad y en el conocimiento y el poder compartidos. Pero, hoy por hoy, tanto la carencia como la sobreabundancia de información, no suelen permitir la reflexión necesaria (y menos al nivel de poblaciones enteras) para tomar las mejores decisiones, y todavía la opinión pública es voluble e imprecisa, necesitada de intérpretes de la realidad que señalen el camino a seguir. Para Venezuela, y para el mundo, el excesivo comandante ha resultado ser un visionario capaz de infundir esperanza a los parias de su tierra. Y, como alguno ya ha advertido, se equivocan los que piensan que su prematura muerte deja tocado su proyecto y que, a través de la oposición,  terminará retornando el orden imperial de las multinacionales. Ciertos líderes, como el Cid o como Gandhi, ganan sus más grandes batallas después de muertos, cuando se convierten en mitos, en referencias icónicas de lo que significa luchar por unas ideas en vez de por acumular dinero. Hugo Chávez seguirá siendo recordado cuando de los libros de historia se hayan borrado, por irrelevantes, Rajoyes y Mérkeles, o Aznares y Berlusconis.

Publicado originalmente en el blog “Este país de todos los demonios” el 07/03/2013




El bolivarianismo y la aparición de la Patria Grande,
por Santiago Fernández Fernández-Caballero, Licenciado en Ciencias Políticas y de la Administración y Máster en Ciencia Política.

Recordaba Eduardo Galeano, durante una conferencia de prensa celebrada en Italia en 2004, la frase de un anónimo encuestado venezolano: “Yo no quiero que Chávez se vaya porque no quiero volver a ser invisible1. La dialéctica en torno a la visibilidad/invisibilidad dentro del espacio sociopolítico se traduce en la lucha por el acceso a la ciudadanía, siendo equiparable a la dialéctica inclusión/exclusión inherente a la idea de contrato social de la modernidad y mostrándose, sin lugar a dudas, como un elemento determinante a la hora de realizar un análisis politológico del proceso político bolivariano en estos últimos quince años –entendiendo por politología el estudio de lo político y lo político, como aquella parte de lo social encargada de la definición y articulación de las metas colectivas de obligado cumplimiento–.
Por encima de otras consideraciones igualmente relevantes como los logros socioeconómicos que han permitido a dicho proceso acumular legitimidad, las dimensiones mediáticas de la figura de Hugo Chávez como líder carismático, el creciente papel geopolítico que ha permitido a Venezuela encabezar procesos de integración regional a través de organizaciones como la CEPALla ALBA o la UNASUR (a partir de una posición energética privilegiada que otorga un relevante espacio al socialismo bolivariano para la difusión de un discurso libertador y antiimperialista), las relaciones diplomáticas que parecen desafiar los ejes de cooperación convencionales del llamado “mundo libre” o el reconocimiento gradual que ha ido obteniendo tanto el movimiento como su líder por parte de los sectores progresistas de Occidente e instituciones netamente liberales (pocos imaginaban en 2000 que casi toda Europa terminaría avalando los procesos electorales venezolanos diez años después2), el acceso de millones de venezolanos a la ciudadanía de facto durante estos años representa uno de los fenómenos más importantes de la historia política reciente, especialmente si se ubica dentro de un contexto cosmovisual como el posmoderno, donde peligran las ideas de la voluntad general y del bien común sobre las que se asienta un régimen general de valores que hasta hoy ha sido el garante último de los horizontes de expectativas del ciudadano moderno3.
Ciertamente, y a pesar de las contradicciones inherentes a todo proceso político, uno de los resultados más exitosos de las políticas públicas articuladas desde la revolución bolivariana ha sido la mejora de la calidad de vida de millones de personas no sólo a nivel socioeconómico, sino también en lo que respecta a la toma de conciencia política y social como ciudadano –recordemos los derechos históricos de la ciudadanía contemporánea planteados por Thomas H. Marshall: civiles, políticos y sociales4–. Según la Comisión Económica para América Latina (CEPAL)5, el porcentaje de población venezolana en situación de pobreza ha pasado del 49,4% (1999) al 27,1% (2009), un descenso sin precedentes en el país. De acuerdo con la UNESCO Institute for Statistics6, las tasas de alfabetización y especialmente de escolarización también han aumentado considerablemente: de un 45% (1999) a un 73% (2010) en educación elemental y de un 57% (1999) a un 83% (2010) en secundaria. Como consecuencia de estas y otras tendencias al alza –como la tasa de ingresos universitarios o la reducción de la desigualdad–, el índice de desarrollo humano (IDH) ha crecido, según el informe del UN Development Programme7, del 0.662 (2000) al 0.748 (2012), sólo superado en Sudamérica por Argentina, Chile y Uruguay. Por su parte, los datos electorales reflejan que el acceso real a la ciudadanía también genera una mayor implicación con respecto a los asuntos públicos. Como muestran los datos del Consejo Nacional Electoral, la tasa de participación en elecciones presidenciales ha pasado del 66,5% (1998)8 al 80,5% (2012)9, una cifra que hace tiempo que no se da en ningún país socioeconómicamente desarrollado (salvo en los que es obligatorio votar, como Bélgica o Luxemburgo). Naturalmente, un Estado con semejantes reservas energéticas tiene mayores posibilidades de conseguir tales resultados socioeconómicos, pero por la misma razón esta tendencia podía haber comenzado con anterioridad, especialmente si se tiene en cuenta que durante gran parte del siglo XX Venezuela fue el primer exportador mundial de petróleo. Pero no fue así, quedando claro que la diferencia radica en la irrupción de una nueva voluntad política de grandes sectores del pueblo venezolano que, hasta hace poco más de una década, no habían contado con los medios ni estructuras necesarios para ser reconocidos como ciudadanos de facto y así poder participar como tales de los asuntos públicos.
Por esta razón, no parece del todo honesto plantear la irrupción del socialismo bolivariano en el espectro político venezolano como el principal motor de la polarización existente, habida cuenta de que durante muchas décadas hubo (y sigue habiendo) millones de personas sin acceso a los plenos derechos y deberes propios de todo ciudadano. El resultado más lógico, apropósito del eterno debate entre democracia representativa y participativa, es que quienes ahora comienzan a participar desean ser representados por quienes les han empoderado y ayudado a hacerlo, una suerte de correlación entre actores, programas, estructuras y clases sociales cuya expresión más simbólica posiblemente se ubique en aquella frase electoral de Hugo Chávez: “Los que quieran patria, vengan conmigo”. Son muchos los datos que parecen indicar que la patria grande ha agrandado la sociedad civil venezolana cuantitativa y cualitativamente. El presente indica que debe seguirse incidiendo en dicho crecimiento, y el mejor medio es continuar luchando contra sus miserias y contradicciones pasadas y presentes.

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2 Declaración de la Alta Representante, en nombre de la Unión Europea, sobre las elecciones en la República Bolivariana de Venezuela (28 de septiembre de 2010) http://www.consilium.europa.eu/uedocs/cms_data/docs/pressdata/es/cfsp/116789.pdf
3 Santos, Boaventura de Sousa; Reinventar la democracia, reinventar el Estado; Sequitur, Madrid, 2008 (págs. 9-11)
4 Marshall, Thomas Humphrey; “Ciudadanía y clase social” (conferencia en Cambridge, 1949) , en Revista Española de Investigaciones Sociológicas nº 79, 1997 (págs. 297-344)
5 “Población en situación de pobreza e indigencia por área geográfica” (CEPAL) http://websie.eclac.cl/sisgen/ConsultaIntegrada.asp?IdAplicacion=1&idTema=362&idIndicador=182&idioma=e
7 Indicadores internacionales sobre desarrollo humano (UN Development Programme) http://hdrstats.undp.org/es/indicadores/103106.html


3.06.2013

El día 5 de marzo fallecía Hugo Chávez, Presidente de Venezuela. Su trayectoria militar y política ha sido objeto de numerosos estudios en la Politología de los últimos años, especialmente en el ámbito de las relaciones internacionales y de los neopopulismos.

Es por ello que abrimos un "call for articles", para conocer los análisis que realizan los politólogos y sociólogos acerca de los gobiernos de Chávez, así como las previsiones para el futuro de Venezuela, y las repercusiones mundiales de este fallecimiento.


Para garantizar la ecuanimidad y pluralidad, se establece una extensión máxima de 1.000 palabras, pudiendo añadirse gráficos de manera adicional. El plazo de recepción de artículos se abre el día 6 de marzo, y termina el día 20 de marzo a las 23'59h (hora española). 

Los artículos se enviarán por correo electrónico en formato Word o compatible, a la dirección:  info@maspolitologia.com . Los gráficos, si los hubiere, se enviarán en formato JPG, GIF ó PNG.

Como siempre, daremos difusión a todos los artículos y se favorecerá un debate plural, respetuoso y que aporte contenido relevante para la Politología.

¡Esperamos vuestros artículos!

2.21.2013

Vivimos tiempos de cambio.
La crisis financiera y económica ha provocado una serie de cambios fundamentales en la realidad de los Estados, especialmente en el ámbito de la soberanía política y económica. España ha emprendido una vía de reforma del Estado y de su norma fundamental que afecta a la política económica general y a las Comunidades Autónomas en particular.

Desde +Politología queremos conocer el análisis de la realidad económica y social respecto del modelo de Estado de Bienestar. ¿Ha sido modificado el paradigma de los Estados mediterráneos, que ha estudiado, entre otros, Esping-Andersen? De ser así, ¿se encuentra más cercano a posiciones como la norteamericana, o se ha creado un  nuevo sistema?

Para analizarlo, abrimos el plazo de recepción de artículos desde el 22 de febrero hasta el 1 de marzo a las 23’59h. La extensión máxima será de 1.000 palabras, sin incluir los gráficos, si los hubiere, que se enviarán en formato JPG, GIF o PNG en el archivo adjunto. Es recomendable que junto al nombre, nos indiquéis vuestra cuenta de Twitter, con el fin de que obtengáis mayor difusión.
¡Esperamos vuestros artículos!


1.23.2013



Vivimos en un mundo que está obsesionado con el libre albedrío. En total desprecio por la evidencia que apoya la idea de que el libre albedrío no existe, incluso muchos filósofos deciden aferrarse a la esperanza de que somos los dueños de nuestro propio destino, capaces de elegir entre una gran cantidad de opciones, que parece crecer y crecer más cada momento. Teniendo esto en la mente, es irónico que los sociólogos, politólogos y críticos culturales intenten desarrollar teorías que explican las limitaciones impuestas a la gente.

La mayoría de nosotros somos más que conscientes que somos limitados por una variedad de factores. Mientras la publicidad capitalista puede llegar a convencernos que la posibilidad de elegir entre 200 marcas de crema para la piel y cincuenta modelos diferentes de zapatos es la libertad, cualquiera que quisiera estudiar algo que sus compañeros no consideraba "normal", implementar una política social que los políticos convencionales rechazaron, o una vez suprimió el deseo de caminar por la calle desnudo durante un día soleado, tiene una comprensión de las limitaciones impuestas a su libre albedrío dentro de nuestra sociedad.

Para entender las razones por las que un individuo se enfrenta a una lista de limitaciones, es importante que tengamos en cuenta la relación entre la agencia y la estructura social. Anthony Giddens y Pierre Bourdieu desarrollaron teorías para ayudar nuestra comprensión de esta relación. El habitus de Bourdieu y la teoría de la estructura de Giddens, subrayan el hecho de que la agencia y la estructura no pueden ser concebidos por separado, ya que éstos se refuerzan mutuamente. Giddens afirma que "las estructuras sociales están constituidas por la acción humana, y sin embargo, son el medio de esta constitución". En otras palabras, los seres humanos están constantemente limitados por las estructuras sociales, pero al mismo tiempo son los agentes que crean y reproducen éstas.
Todos estamos atrapados en una prisión de nuestra propia creación.

Este es la sociedad en que vivimos. Estamos construyendo un mundo en el cual tenemos que seguir ciertas normas sociales y mantener las divisiones de clase. Tenemos miles de señales no verbales que puedan ser entendidos por todos. Estas señales y sus prácticas correspondientes se interiorizan y se reproducen de modo que la próxima generación también nace dentro de determinadas estructuras sociales que parecen ser naturales, y de que ni siquiera son concientes. Ellos también harán uso de su libre albedrío-su agencia,
en la reproducción de estas estructuras. Como Bourdieu y Giddens afirmaron, las estructuras sociales no tienen ninguna realidad sin la acción y las prácticas específicas de los seres humanos. Prácticas cotidianas-de trabajo y ocio, el diseño y el uso del espacio, suponen ciertas categorías sociales, como el género, la edad, y la jerarquía social. Entonces todos nos quejamos de no poder abolir las restricciones dadas por nuestro género, edad o clase social, pero no nos consideramos capaces de liberarnos de nuestro habitus. Y así nos mantenemos dentro de esas estructuras estructurantes, en las cuales nos resulta muy cómodo vivir.

Cristina Maza (@CrisLeeMaza)

¿Declive del capital social? Hablemos de transformación
La tesis más conocida de Robert Putnam aparece en su libro del año 2000 Solo en la bolera: colapso y resurgimiento de la comunidad norteamericana, que es el desarrollo de un artículo de 1995, Solo en la bolera: declive del capital social de América. En esencia, parte de la idea que, desde los años sesenta, se ha venido produciendo un descenso del capital social norteamericano. Haciendo uso de una cantidad ingente de material estadístico, ha mostrado como todas las organizaciones tradicionales (centrándose en las ligas de bolos) han perdido miembros, aunque hay cada vez más gente que juega-participa (pero sola). Putnam distingue a su vez entre dos tipos de capital social: El capital vínculo, producto de la socialización entre semejantes; y el capital puente, que se da al interactuar con personas de distinta procedencia, credo o extracción social y con la que, a priori, no se tiene nada en común. Este último sería el más importante para una sociedad multiétnica, pero, en todo caso, ambos están íntimamente relacionados y se retroalimentan mutuamente.

Por supuesto, una tesis así no podía dejar a nadie indiferente y surgieron voces criticando que se centrase básicamente en formas organizadas clásicas de interacción social, obviando las redes interpersonales que un individuo pueda formar, así como dejando de lado nuevos tipos de asociación y movimientos emergentes en internet.

Si bien estoy de acuerdo en la importancia del capital social para producir un cierto compromiso cívico y como indicador de la salud de una comunidad, no comparto la tesis de su declive, sino que debería hablarse de transformación y surgimiento de nuevos modos de creación. Las personas siguen queriendo participar, pero no necesariamente en el seno de una organización. Las generaciones más jóvenes no son necesariamente más apáticas y menos participativas que sus predecesoras, sino que actúan y se expresan por nuevos cauces y huyen de las jerarquías, buscando la horizontalidad total, es decir, un mayor igualitarismo en la sociedad. Las (ya no tan) nuevas tecnologías han evolucionado de tal modo que dan opciones de participación en la vida pública antes impensables. Por otro lado, en tiempos de crisis como el actual, hay una irrupción de todo tipo de plataformas, asociaciones y ciudadanos individuales que quieren ser oidos y aportar algo a la comunidad. El trabajo de Putnam es previo a la explosión del mundo de las redes sociales, que ha dado lugar a nuevos modos de creación de vínculos interpersonales, y al surgimiento de lo que podríamos llamar capital social virtual. Éste supone la posibilidad de crear lazos entre personas muy diferentes que no se conocen físicamente y que difícilmente llegarán a conocerse en persona, pero comparten los mismos intereses e inquietudes. No creo que deba considerarse como un sustituto del capital social clásico, sino como un refuerzo en aquellas áreas que éste no pudiera llenar.
José Luis López Valenciano (@kasugakun)

Pentíada, «ley de hierro» y transparencia como higiene
Se han dedicado innumerables esfuerzos a tratar de averiguar si la díada izquierda-derecha sigue vigente, tal y como se planteó en el siglo XVIII-XIX, o si su contenido es radicalmente diferente. En la escala imaginaria que va de uno al otro extremo, también se ha estudiado el hipotético punto intermedio, el «centro ideológico», que algunos autores consideran vacío, otros un «tercero incluido» o un «tercero incluyente» (Bobbio).
El sociólogo Anthony Giddens formuló un sistema de Tercera Vía para el New Labour británico, tratando de ocupar ese «centro», que Bobbio considera que «se plantea no como una forma de compromiso entre dos extremos, sino como una superación contemporánea del uno y del otro y, por lo tanto, como una simultánea aceptación y supresión de éstos». Así, el italiano considera que la díada persiste, y que se trata más bien de una pentíada (derecha, centro-derecha, centro-centro, centro-izquierda e izquierda).
Sin embargo, ¿qué es ser hoy «de derechas»? ¿Es la izquierda de hoy similar a la de hace setenta años? ¿La derecha austríaca es idéntica a la española? ¿Y la izquierda francesa?
Las ideologías son mucho más dinámicas que los partidos, especialmente en aquellosmpartidos tradicionales que han transitado hasta el «catch all», como el Partido Socialista en España. Tomando como buena la hipótesis de la pervivencia de la «Ley de hierro de la oligarquía» de Michels, es el funcionamiento interno de los partidos el que condiciona la partitocracia, y ésta incide sobre el resto de la Poliarquía. De este modo, a medida que cambia la dinámica social, se agranda la distancia entre la sociedad –que suele ser dinámica per se- y la política de partidos, y como consecuencia de ésta, se produce el alejamiento real entre la sociedad y la política stricto sensu.
Los movimientos sociales como el 15-M en España, dan buenas muestras de que la sociedad se acerca a la política y demanda un cambio de sistema. El sistema es (y debe seguir siendo) el representativo, pero todo es susceptible de mejora. ¿Es la solución el introducir mecanismos de participación en la toma de decisiones? Tal vez el primer paso sea abrir esas decisiones y dotarlas de transparencia, para que la sociedad pueda pedir una rendición de cuentas. Una vez abierto todo el proceso, el paso inevitable (y necesario) será hacer partícipe a todo ciudadano de las tomas de decisiones de los actores políticos, independientemente de la ideología que profesen. Como muestran los inmorales casos de corrupción que siguen descubriéndose en la política española, la transparencia interna en los partidos es un mecanismo de higiene vital para el sostenimiento de la democracia de partidos.
Mientras que la dinámica social no cesa, los partidos mayoritarios tradicionales se anquilosan y surgen partidos orientados a políticas concretas. La sociedad civil ha dado todos los pasos posibles, y el siguiente movimiento corresponde a estos partidos, sometidos a la citada «ley de hierro».
La democracia levanta diques necesarios que, de no adecuarse a las corrientes, terminan por romperse.
Eli Gallardo (@Despegante)

1.21.2013


Desde +Politología nos complace anunciaros la creación de una nueva sección, que hemos titulado «+Papers».


La finalidad de esta nueva sección es clara: dar difusión a vuestros trabajos de investigación, que pueden ser presentaciones, biografías, trabajos académicos, o reseñas de libros que hayáis realizado. Desde +Politología enlazaremos el archivo que previamente hayáis colgado en plataformas de Internet (por ejemplo, en Scribd).

Los pasos a seguir para la publicación de los trabajos son muy sencillos:

1.- Los textos serán de creación propia, es decir, que no infringirán los derechos de autor de un tercero. +Politología no se hará responsable de textos plagiados, ya publicados o que infrinjan derechos de autor.

2.- La licencia que regirá el texto compartido será la que elija el autor, la web en la que se encuentre alojado, o en su defecto, la licencia Creative Commons de +Politología (de cultura libre).

3.- +Politología publicará un máximo de 2 textos por autor y mes, para favorecer la pluralidad y la igualdad de oportunidades. +Politología se compromete a difundir estos textos a través de sus perfiles en las redes sociales, sin ningún tipo de fin comercial.

4.- Los enlaces se enviarán a info@maspolitologia.com, indicando nombre del autor, titulación académica, título del texto y año de publicación/investigación. En el correo electrónico podrá enviarse un Abstract o Resumen del trabajo, de hasta 200 palabras, que se publicará junto a título del texto en la sección «+Papers».

Estamos a tu disposición para resolver cualquier duda.

¡A por +Politología!



1.15.2013


Como habéis podido comprobar en las redes sociales, desde +Politología prestamos atención a las efemérides de los científicos sociales más célebres, relacionados con la Politología.
Este mes de enero se celebra el nacimiento de científicos como Anthony Giddens, Robert Michels o Robert Putnam, así como el fallecimiento de Norberto Bobbio o Pierre Bourdieu. Hemos pensado que el mejor homenaje posible a estos autores es escribir un artículo en el que se tome alguna de sus ideas como referencia, y realizar un breve análisis de la realidad social y política de nuestro entorno. Asimismo, puede tomarse como referencia cualquier otro científico social nacido o fallecido en enero.
Es por ello que os invitamos a que enviéis vuestros artículos entre las 9:00h del día 15 y las 23:59h del 22 de enero, a la dirección de correo info@maspolitologia.com. La extensión máxima será de hasta 500 palabras, sin contar la bibliografía (en el caso que alguno quiera incluirla al final del artículo).
Como siempre, los artículos serán colgados por orden de recepción.

¡Esperamos vuestras aportaciones!

1.10.2013


José Luis López Valenciano (@kasugakun). Existen obras del pasado que siguen en plena vigencia cientos de años después. Una de ellas es “La democracia en América”, de Alexis de Tocqueville. Se trata de un libro clave para comprender la complejidad de la democracia actual y las fuerzas que interactúan dentro de ella. Es mucho más que una mera descripción del funcionamiento de la incipiente y novedosa democracia norteamericana. Las ideas esbozadas en la obra, como la tiranía de la mayoría y la necesidad de una efectiva división de poderes, reforzada por un vigoroso sistema de controles y contrapesos, para mitigar este peligro, siguen siendo actuales.

Jorge Juan Morante (@jjmorante). "Vida Activa" de Hannah Arendt, donde la autora señala que los seres humanos buscan reconocimiento de sus iguales a través de la participación política.

Héctor Jerez (@hecjer) Aunque hay muchos libros que incluiría en la biblioteca de un politólogo,  yo resaltaría la obra de Manuel Castells, “Comunicación y poder”. Cómo funciona el poder y su relación con la sociedad en el marco de un mundo conectado por las tecnologías  y las redes ( no sólo las de Internet) me parece un tema muy interesante para nuestra disciplina.  Aquí podéis encontrar análisis sobre Internet, la política, las campañas, el poder o las relaciones entres  los ciudadanos. Una obra imprescindible.

Josep-Antoni Tripiana (@siddhartha1967) The Wisdom of Crowds”, de James Surowiecki.  Pese a no ser exactamente un libro-manual, este libro resulta muy didáctico y esclarecedor de cómo las decisiones colectivas (importancia del asociacionismo, del pacto, de la unión o colaboración), son mucho más acertadas que las individuales, o las tomadas sin consensos.
"The Wisdom of Crowds" relata muy bien y con empirismo una de las nuevas visiones de la política económica, en este caso la que trabaja estrechamente con la psicología.

Eli Gallardo (@Despegante). El libro “Elementos de Teoría Política”, de Giovanni Sartori, es uno de los más importantes en cualquier biblioteca de Politología. Define conceptos básicos de la Teoría Política, sobre los que se asienta el trabajo del politólogo, y ofrece varias visiones y bibliografía sobre cada uno. Todas estas definiciones constituyen el mejor prólogo a cualquier libro específico sobre esos conceptos.

Pilar Contreras. El político y el científico”, de Max Weber. Lo escogí porque fue de los primeros libros que nos mandaron leer en la facultad,  fundamental para entender el funcionamiento del Estado moderno, la política, las relaciones de poder/dominación… muy interesante y de plena actualidad.
En fin, es muy difícil elegir.  

Javier Luque (@fjluquec) Mi sugerencia es “Coerción, capital y los estados europeos, 990-1990, de Charles Tilly. Creo que es un trabajo de investigación socio-histórica riguroso y completo que, mediante un análisis comparado, ofrece una explicación muy sugerente sobre la formación de los Estados-nación. En este sentido, su publicación supuso un punto de inflexión en el estudio del Estado, pues ofrecía una interpretación alternativa a las tesis marxistas sobre el tema. Con suerte, su lectura convencerá a los ultraliberales de que el Estado no es una importación alienígena, ajena al ser humano. 

Manuel Ángel Juanes Pierna (@PitiCarantigua) Recomiendo una obra de Jürgen Habermas, “La inclusión del otro”. Se trata de una recopilación de ensayos del sociólogo aleman en la cual expone su visión sobre la democracia en las sociedades actuales donde se intensifican las divergencias multiculturales y los efectos de la globalización sobre las soberanías nacionales y las identidades individuales.

José Luis Sola Marín. (@JL_SolaM) Arend Lijphart, “Las democracias contemporáneas: un estudio comparativo”.
Analiza de forma minuciosa grandes conceptos separados en dos dimensiones o variables:
• Variables de la dimensión partido-ejecutivo, que incluye el Sistema de Partidos, Gabinetes (ejecutivo), Relaciones Poder ejecutivo-Poder legislativo, Sistema Electoral y Representación de Intereses.
• Variables de la dimensión federal-unitaria, que contiene la Distribución del poder, el tipo de Parlamento, la Reforma constitucional, el Control constitucional y los Bancos Centrales.
Lo positivo del libro es que cualquier sistema democrático puede ser estudiado a través de las variables y los indicadores expuestos, y los modelos propuestos sirven como ejemplo.


Esther Puntero (@epuntero) “Modelos de Partido” de Panebianco: libro imprescindible para comprender la actividad, el funcionamiento y las transformaciones de los partidos partiendo desde su "núcleo organizativo" y reconocer ante todo, que los partidos son organizaciones y que su análisis organizativo debe siempre preceder a cualquier otro tipo de análisis. Este autor va a avanzar en la teoría clásica con nuevas hipótesis sobre la relación de los partidos y su entorno político y los factores que influyen en sus transformaciones. Obra importantísima si se quiere entender a un partido político.



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